He llegado aquí

Llegué a vivir a Tijuana por trabajo, implementar campañas de comunicación para el desarrollo dirigidas a personas migrantes. Nunca había estado aquí, no conocía a nadie y era la primera vez que trabajaría en el tema de migración. Llegué meses antes de que se declarara la pandemia de Covid-19. Me encontré con una ciudad de contrastes, esperanzas y sueños rotos frente a un muro fronterizo que se extiende hacia el mar en Playas de Tijuana.

Escogí vivir aquí por la cercanía del mar. Aprovechaba cada oportunidad para caminar en la playa (me ayudaba a calmar mi ansiedad durante la pandemia), lo que me permitió fotografiar momentos de la vida cotidiana y reflexionar sobre las complejidades de la frontera.

¿Será Tijuana la única ciudad que tiene un muro fronterizo que termina en el mar?, ¿por qué un muro que divide a México con EEUU es un atractivo turístico?

El muro es un recordatorio visual de las complejas relaciones políticas fronterizas y las historias que se entrelazan en ambos lados.

Al recorrer Playas de Tijuana, me encuentro con mucha gente que está sola (igual que yo). La soledad se refleja en las caminatas, las llamadas telefónicas a familiares o amigos, las videollamadas para compartir que ha llegado a la frontera, y en gestos como escribir las iniciales de un amor lejano, pescar en la playa o entretenerse sacando un animal marino muerto.

El muro también está marcado por la expresión artística, una forma de resistencia y expresión de identidad cultural. Murales con retratos, paisajes, mensajes de hermandad. Algunas frases que encuentro: “Aquí también hay sueños”, “Antes de morir quiero…”, “Humanity cannot be segregated”. El arte callejero sirve como recordatorio de la creatividad y resiliencia de la comunidad que habita de este lado.

Personalmente, encuentro tranquilidad al caminar por la playa, fotografiando momentos que solo podrás ver aquí: el águila pescadora parada sobre el muro, los turistas que vienen a conocer la frontera y tomarse fotos, los que vienen a pescar, los que vienen a pistear, los que sacan a pasear al perro, los que vienen a correr, los que están esperando su resolución migratoria. En sí, la vida fronteriza en Tijuana.

Me gusta leer los mensajes del muro, entre tantos, hay uno con el que me identifico: he llegado aquí.

*Fotografías tomadas en Playas de Tijuana, Baja California, diciembre de 2019 a octubre de 2021.

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