Transitando las calles
La importancia de resignificar nuestras historias.
Soy una fotógrafa que capta la vida tal como es en la calle, desde chica he enfrentado la dureza de la violencia y el rechazo, a los 13 años, escapé de casa para encontrar mi camino como mujer trans y alejarme de un ambiente violento. Vagando por las calles durante el día y enfrentando la explotación nocturna, la calle se convirtió en mi mundo íntimo, donde la realidad se mostraba cruda y sin adornos.
Durante esos períodos en la calle, fotógrafos y periodistas llegaban a retratarnos, pero rara vez lograban capturar nuestra verdadera esencia.
Diez años después, mi camino me llevó a la fotografía, donde me encontré con el trabajo de un fotógrafo famoso que había capturado a mis amigas de la calle. Sus imágenes, aunque técnicamente buenas, solo alimentaban los estereotipos y prejuicios existentes, dejando a mis amigas, sintiéndose más explotadas que nunca.
En un mundo donde la representación es crucial, la fotografía emerge como un poderoso medio para dar voz a las experiencias marginadas. Como mujer trans y fotógrafa, me enfrento a la realidad de que somos pocas las mujeres trans que tenemos acceso a la narrativa visual, especialmente en géneros como la fotografía documental o periodística. El camino hacia este arte ha sido desafiante, marcado por barreras de acceso a la educación y oportunidades laborales. Para muchas de nosotras, la mera supervivencia consume la mayor parte de nuestra energía.
Antes, el concepto de una mujer trans detrás de la cámara era casi inimaginable. Estábamos destinadas a ser siempre sujetos de la lente, expuestas a miradas deshumanizantes y narrativas distorsionadas. Fotógrafos renombrados, tanto mexicanos como extranjeros, han producido proyectos sobre mujeres trans, la falta de cercanía real a nuestras experiencias ha llevado a estos fotógrafos a recurrir a terceros para encontrar modelos para sus retratos. Proyectos como los de Teresa Margolles o Bruce Gilden han recurrido al cliché de retratar a mujeres trans con el torso descubierto, perpetuando estereotipos y cosificando nuestras identidades. Si bien algunas mujeres trans pueden sentirse orgullosas de mostrar su pecho como parte de su transición, muchas otras se ven obligadas a hacerlo para satisfacer las expectativas de estos fotógrafos, sin tener en cuenta su consentimiento o su dignidad.
Es importante que seamos nosotras, las mujeres trans, las que contemos nuestras propias historias. No necesitamos que personas cisgénero (no trans) nos den visibilidad con sus fotografías; lo que necesitamos es reconocimiento y respeto por nuestras voces y perspectivas únicas. El papel de aquellos fuera de nuestras experiencias radica en valorar y apoyar nuestro trabajo, facilitando plataformas y espacios donde nuestras historias puedan ser escuchadas sin distorsiones ni apropiaciones indebidas.
Apoyar a las mujeres trans fotógrafas va más allá de reconocer su talento; se trata de reconocer su humanidad y el valor intrínseco de sus experiencias. Es hora de ceder el protagonismo y permitir que las voces de las trans sean las que lideren el diálogo sobre nuestras propias vidas. Juntxs, podemos desafiar las narrativas preconcebidas y construir un mundo donde cada historia, sea valorada y respetada.